Si bien la mirada desde la cual enfocamos el actual contexto mundial se sitúa en los incuestionables saldos positivos de la transformación social y política que experimentamos desde el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y Morena en 2018, que en este año de 2024 fue refrendado por el voto popular masivo para Claudia Sheinbaum y está dando lugar a una nueva etapa de la 4T, no podemos negar o desestimar las fuertes implicaciones y desafíos que acarrea la coyuntura a partir del contundente triunfo de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos, de la agudización de la ofensiva imperialista de esta potencia como efecto desesperado de su declive económico probablemente irreversible y de la persistencia de la crisis múltiple que agobia al planeta. 

El horizonte de penumbra que resalta por los acontecimientos iniciados o continuados hoy por el belicismo y la injerencia del Norte global en los espacios antes colonizados o confrontados durante la Guerra Fría, marcan la actual coyuntura de 2022-2025, con puntos clave como la imposición de la guerra delegada de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, que lleva al sacrificio del pueblo ucraniano y pone a la totalidad del continente europeo en un ambiente de crisis y confrontación definitiva; como la apertura del frente del Medio Oriente al financiar y justificar (junto son sus aliados occidentales) la política de exterminio del pueblo palestino por el ejército sionista de Israel y promover la desestabilización política de toda la zona con el intervencionismo y los apoyos subrepticios e interesados a las fuerzas combatientes opuestas a los regímenes vigentes o favorables al interés extranjero, que afectan a Siria, Irán, Afganistán, Yemen, Irak y Libia, no obstante que hasta hace poco a algunos las tildara de “grupos terroristas”; o como las provocaciones a China al renovar la ya abandonada política separatista de Taiwán e imponer sanciones y restricciones por encima del derecho internacional y los organismos multilaterales como la ONU. 

1 Los autores son integrantes de la Unidad de las Izquierdas desde su creación y fueron parte de la coordinación de su periódico “Defensa 4T” y de su revista “Unidad. Voces desde la izquierda”, además de miembros fundadores de Morena y delegados a su primer Congreso Nacional. Arturo fue, en su juventud, militante de la izquierda revolucionaria y dirigente sindical universitario, además de profesor de la UNAM y de la Universidad Autónoma Chapingo, mientras Tere es sindicalista y profesora de la UNAM, además de miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Actualmente los dos son coordinadores de la sección mexicana de la coalición sindical internacional COCAL y autores de varios libros y artículos sobre la izquierda y la realidad nacional e internacional. 

Pero al mismo tiempo, se mantiene la tensión mundial proveniente de la crisis múltiple que no cede y se manifiesta en constantes momentos de ruptura y agudización: por un lado, la inconsistencia de los acuerdos para contrarrestar la crisis climática y la amenaza latente de las pandemias y los problemas sanitarios causados por la inequidad y el abuso de las grandes empresas aseguradoras y las transnacionales farmacéuticas y de suministro de bienes y equipos de salud, se aúnan a los efectos drásticos que la guerra en Ucrania ha traído en el terreno deficitario de la disposición de recursos energéticos y alimentarios; todo lo cual se suma a las intermitencias recesivas de una crisis económica que se originó en 2008 y sigue alimentando el caos financiero que caracteriza al capitalismo contemporáneo, y define, junto a los otros elementos, sus tendencias de corto y mediano plazo, sin soslayar la crisis del régimen democrático formal en el mundo.

Las causas estructurales de la crisis y la nueva guerra fría de Estados Unidos.

Sin dejar de resaltar la gravedad de las aventuras militares de la gran potencia y sus lacayos de Occidente, que no sólo responden a los intereses del gran capital asentado en los complejos de la industria militar y petrolera o del lobby sionista en EUA, sino que asedian al planeta entero y oscurecen la paz mundial, sin embargo, es indispensable no perder de vista que nos encontramos en un momento geopolítico de gran trascendencia cuyas razones de fondo residen en la disputa por la hegemonía mundial cuando la gran potencia del siglo XX, Estados Unidos, queda inmerso en un declive económico que anula su capacidad competitiva frente a China y otros actores emergentes, y ve cada vez más limitados los beneficios obtenidos en las últimas décadas por la apertura de los mercados y la imposición de las políticas neoliberales. 

Como pudimos atestiguar y experimentar a lo largo de la centuria pasada, después de las dos guerras mundiales, la crisis de 1929 y la confrontación del capitalismo occidental contra la Unión Soviética surgida de la Revolución de 1917 y el bloque del llamado socialismo real, el papel protagónico central le correspondió a la potencia estadunidense, que en ese entonces disputaba la hegemonía contra otros grandes rivales como Alemania y Japón, y posteriormente la URSS, a los que finalmente derrotó ya sea por medio de la lucha armada o por la competencia económica, política y cultural. Sin embargo, a diferencia de esa época, hoy el rostro de Estados Unidos no representa el impulso de una nación boyante y con un poder internacional extensivo, sino la catástrofe mundial que la caída lenta y sinuosa de la potencia económica y militar más poderosa de la historia acarrea a la humanidad entera. 

En efecto, el significado actual de la incompetencia de Estados Unidos radica en que la falta de opciones para la recuperación de su peso económico y político frente al auge de la economía y la presencia en el mercado internacional del gigante chino o del ascenso de proyectos regionales o alternativos como el de los BRICS o de los gobiernos progresistas de América Latina, parece conducirlo a un atolladero insalvable donde sólo le queda jugar la desesperada carta de la confrontación militar de alcance mundial y posiblemente nuclear, que amenaza la supervivencia de la humanidad y de la vida en el planeta Tierra. 

Así, podemos afirmar que los sectores dominantes en los gobiernos estadunidenses del último periodo, incluyendo al llamado Estado profundo (Deep State), representado fundamentalmente por la oligarquía financiera y monopólica de las grandes corporaciones transnacionales, han decidido impulsar una estrategia global de nueva guerra fría contra China y Rusia (y contra gobiernos insubordinados como Cuba, Venezuela, Irán o Corea del Norte, que después puede incorporar a aquellas experiencias renuentes a regresar al redil neoliberal como las del resto de los gobiernos progresistas), pero que ha ido escalando a formas cada vez más “calientes”, pasando de las medidas de contención económica a las abiertamente militares. Un elemento añadido es que Europa (y relativamente también otros aliados occidentales como Japón, Canadá o Australia) parece ahogarse en un proceso decadente que la anula como opción mediadora y la somete a la indigna posición de comparsa de la ofensiva imperialista de EUA. 

Por esta razón y no porque los competidores de Estados Unidos representen proyectos socialistas o de mayor justicia social y democracia, es que la coyuntura actual se articula con una crisis capitalista que en el mediano plazo podría llevar a la superación de este sistema o a la desaparición de la civilización misma, es decir, a una recreación de la disyuntiva de “socialismo o barbarie” proferida por la gran pensadora marxista y dirigente socialista Rosa Luxemburgo. Esto coloca a la izquierda mundial, en especial a la vertiente renovada que hoy muestra un importante potencial de alternatividad para el desarrollo nacional de los pueblos, de la cual forman parte, con todas sus limitaciones, Morena y sus símiles del progresismo latinoamericano, lo mismo que los erráticos proyectos de la Europa mediterránea y el mundo anglosajón, ante el reto esencial de reconstruir su perfil para recuperar su capacidad de lucha y convocatoria en un contexto de crisis como el presente.

La izquierda mundial renovada en un mundo en crisis.

  Podríamos abundar en las explicaciones sobre el caudal de hechos y sus dramáticas consecuencias que hoy caracterizan la situación mundial y que nos permitirían entender mejor las principales tendencias del capitalismo contemporáneo (tarea que, por supuesto, seguiremos haciendo), pero es necesario que esbocemos algunas perspectivas y requerimientos que la izquierda mundial y latinoamericana debe atender en el corto plazo. A pesar de los grandes avances que han tenido en los dos decenios pasados aquellas expresiones del  pensamiento revolucionario y democrático popular que iniciaron la revisión crítica de los fundamentos ideológicos, los programas políticos y las prácticas organizativas y de lucha, como es el caso de Morena y el movimiento obradorista o de los partidos y gobiernos progresistas de América Latina, sigue haciendo falta una mayor consistencia en la integración de las masas populares a la acción política y en la formación de los cuadros políticos y las dirigencias de las organizaciones, lo cual exige que hagamos una interpretación más exhaustiva y precisa de las causas y de las necesidades que explican esto. 

Por eso, es importante ahondar en los procesos de educación y comunicación política de las militancias; en la promoción de la organización autónoma de los distintos sectores populares (trabajadores, sindicatos, organizaciones campesinas, comunidades indígenas, agrupaciones feministas y ecologistas, jóvenes, etcétera); en el vínculo de corresponsabilidad con las instancias gubernamentales de todos los niveles que propicien la democracia participativa; así como en la ampliación de los referentes culturales alternativos, y en la solidaridad y la relación directa y estrecha con los proyectos similares presentes en otras naciones (partidos, organizaciones populares y movimientos sociales). Con esta finalidad, la UI y demás expresiones de la izquierda mexicana dentro y fuera de Morena, debemos abocarnos a incentivar las distintas actividades que contribuyan a reforzar la identidad, los discursos y la presencia política de un pensamiento crítico e histórico (incluso vinculado a una versión actualizada del socialismo democrático sin sectarismos ni dogmatismos) en todos los espacios de la sociedad y en particular en la esfera de la comunicación y el uso de las nuevas tecnologías, al mismo tiempo que hagamos una recuperación de los saberes populares y las innovaciones científicas en beneficio del pueblo; tareas que requieren adquirir el estatus de prioridad estratégica en nuestro quehacer, con miras a una participación más efectiva en el terreno internacional que hoy se vislumbra en condiciones críticas.