“¿Cuál fue la última lectura que recuerde que le marcara profundamente? Dos libros de Antonio Scurati: M. El hijo del siglo y M. El hombre de la providencia. Me impactó encontrar un retrato tan sólido del surgimiento del fascismo, una explicación más lúcida y profunda que la de muchos estudiosos de la ciencia política. Me hizo reflexionar sobre esas veces en las que el fascismo surge sobre las acciones inconclusas de la izquierda. Cuando la izquierda no lleva adelante el programa de transformación que la sociedad le manda, abre el espacio a respuestas muy autoritarias con apoyo social.” (Entrevista a Álvaro García Linera).
Asistimos en México a un momento en México complejo en cuyo eje se encuentra la doble realidad de una transformación impulsada por el gobierno federal y gobiernos locales (municipales y estatales) que están dejando de lado el seguimiento de este proceso transformador.
“El progresismo intentó abrir un ciclo largo para América Latina, pero los grandes retos que enfrentamos ya no pueden resolverse a una escala regional. ¿Cómo se va a configurar el mundo a partir de ahora? En la medida en la que esto no se resuelva mínimamente, vamos a vivir en un interregno agitado por fuertes flujos y contraflujos. Lo ves en Chile: gana el presidente Boric y a los meses se pierde el referéndum constituyente. Los que creen que han ganado ahora también se equivocan. Su victoria será corta porque el mundo tampoco los acompaña. Esta es una década donde estos flujos y reflujos se van a vivir de manera fragmentada, coetánea, en varios lugares… Mi hipótesis es que solo al final de esta década veremos por dónde irá la siguiente gran oleada que marcará los próximos cuarenta o cincuenta años.” (Álvaro García Linera).
La pérdida de legitimidad de un gobierno es un proceso que avanza en buena medida debido a las falencias en la gestión gubernamental con profundas implicaciones objetivas derivadas por ejemplo de crisis fiscales que provocan incapacidad material para responder a las necesidades sociales, pero también existen implicaciones subjetivas relativas a la incongruencia de quienes concretamente ejercen esta gestión. La consigna lanzada por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador: No robar, no mentir y no traicionar al pueblo, es ahora cuestionada en numerosos gobiernos locales que están bajo fuerte presión ciudadana debido a la presencia de gobernantes y funcionarios públicos que mienten, roban y traicionan al pueblo. Por supuesto hay excepciones y casos ejemplares de congruencia, pero el problema de la erosión de la legitimidad reside en la gestión cuestionada de muchos gobiernos para los cuales la Cuarta Transformación es simplemente una proclama vacía de contenido. La ciudadanía observa y lamentablemente padece a gobiernos infestados de funcionarios y gobernantes cuyo comportamiento obedece a las prácticas, usos y costumbres de lo que llamo Viejo Sistema Político, el impuesto por el PRI, replicado posteriormente por el PAN.
La fuente sino la única sí la más importante de la que ahora se nutren los gobiernos formalmente morenistas pero realmente pri-panistas es el pragmatismo político-electoral. El afán de ganar elecciones a como dé lugar, recogiendo incluso la basura política, condujo a la formación de gobiernos donde se reproduce la cultura priista. El simpático epíteto “Primor” acomodado a Morena con motivo de su acercamiento al partido tricolor terminó expresando una metamorfosis que supuso la adopción de prácticas priistas como el vulgar acarreo y el clientelismo alrededor de los programas sociales.
Diversos gobiernos locales de Morena acusan recibo de la descomposición del partido, vinculada a dos hechos centrales: la sustitución de la legalidad estatutaria por los acuerdos extralegales lo que incluye la violación estatutaria por la ilegalidad con la que por mucho tiempo operaron direcciones estatales y municipales que se mantuvieron a pesar de haber cumplido sus periodos estatutarios. El otro hecho palpable y por demás notorio es el abandono de la lucha social: Morena está ausente de la organización campesina, sindical y estudiantil; de las luchas por las reivindicaciones sociales más sentidas. En Nayarit, la dirección del partido, en manos de una alianza conformada por una mayoría de consejeros provenientes de grupos priistas y panistas comandada por el gobernador del estado, envió a la hoy depuesta dirigente morenista a defender el proyecto de la construcción de una presa rechazada por las comunidades afectadas en 2014, lo que no sólo provocó enojo social sino fue objeto de escarnio.
La cúpula de Morena orientó la actividad principal a cumplir su papel de frente electoral, abandonó la movilización consciente de su militancia, pero incluso en la trinchera electoral ha incumplido incluso con los términos de convocatorias, como aquella de los requisitos para acceder a candidaturas que en numerosos casos no se cumplió, despertando una ola de protestas de la militancia de base en todo el país.
La ausencia de democracia en la conducción de Morena se muestra en los métodos centralizados, verticales y autoritarios asumidos por su alta dirección, que a lo largo de los años, lejos de corregir, se han acrecentado, notables especialmente en periodos electorales, cuando los apapachos, la camaradería y los llamados a la ética partidaria y el cumplimiento de los principios proclamados de la Cuarta Transformación, simplemente son sustituidos por el cálculo electoral y los compromisos asumidos con grupos políticos tradicionales de poder y fracciones del Capital que asumen el financiamiento de campañas electorales.
En tal escenario se propone: 1.- Si la decisión del V Encuentro Nacional es permanecer en Morena, impulsar una agenda de izquierda y mantener una actitud crítica sobre el pragmatismo y el viraje a la derecha operado por las cúpulas morenistas. 2.- Fortalecer el proyecto de Unidad de las Izquierdas con las medidas organizativas pertinentes, que incluyen la formación de nuestra escuela de cuadros.