LUIS MIGUEL ISIDORO, MESA 3, MORELOS.
El partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ha pasado de ser un proyecto político emergente a consolidarse como la fuerza hegemónica en el panorama político mexicano. Fundado bajo los principios de transformación social y justicia, Morena ha logrado resonar profundamente con una amplia base social, canalizando las aspiraciones de cambio de millones de mexicanos. Su éxito inicial se cimentó en la figura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien con su liderazgo carismático y su narrativa de cambio estructural logró atraer un apoyo sin precedentes en las elecciones de 2018. Sin embargo, el crecimiento acelerado de Morena también ha expuesto debilidades internas, como el oportunismo político y la falta de cohesión ideológica en sus filas.
Desde su creación, Morena ha emergido como un partido que representa las aspiraciones de amplios sectores de la población. Su crecimiento ha sido meteórico: pasó de controlar solo cuatro estados en 2018 a gobernar 25 de las 32 entidades federativas en 2024.
Este fenómeno se debe, en gran parte, a su capacidad para conectar con las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos, especialmente en lo que respecta a la pobreza y la desigualdad. La entrega de asistencia social y el enfoque en el bienestar han sido pilares fundamentales de su mensaje político, lo que ha permitido a Morena proyectar una imagen de congruencia y compromiso con sus bases.
La autodefinición de Morena como un partido progresista resuena con la idea gramsciana del partido político como una voluntad colectiva, lo que refuerza su conexión con la sociedad civil. El liderazgo carismático de AMLO ha sido crucial para el éxito electoral de Morena. Su figura no solo ha atraído a votantes, sino que también ha moldeado la identidad del partido. La frase "Por el bien de todos, primero los pobres" se ha convertido en un lema que encapsula su visión política y ha resonado profundamente en el imaginario colectivo mexicano.
Sin embargo, esta dependencia del liderazgo personalista plantea interrogantes sobre la institucionalización del partido a largo plazo. Muchos analistas observaban que el futuro de Morena estaba intrínsecamente ligado a la figura de AMLO, lo que podría limitar la capacidad del partido para evolucionar.
El legado de AMLO incluye no sólo logros en términos de políticas sociales, sino también una reconfiguración del sistema político mexicano. La desarticulación de los partidos opositores tradicionales —PRI, PAN y PRD— ha dejado un vacío que Morena ha sabido llenar eficazmente, dejándolos como bien decía AMLO, moralmente derrotados. Esta situación ha permitido al partido gozar de una mayoría significativa en la Cámara de Diputados y de Senadores, lo que le otorga un margen amplio para implementar sus políticas.
Con Claudia Sheinbaum al mando del país, el principal desafío será cumplir las promesas electorales y continuar con la llamada "Cuarta Transformación". Este ambicioso proyecto busca renovar los cimientos sociales y económicos del país, reduciendo la pobreza y generando desarrollo regional. El desafío más grande para Claudia Sheinbaum será mantener la continuidad del proyecto transformador de López Obrador mientras aborda problemas estructurales como la seguridad, la corrupción y la gobernabilidad.
La correlación de fuerzas dentro del Movimiento por la Transformación es favorable para Morena. Con una oposición debilitada y fragmentada, el partido tiene una oportunidad única para consolidar su agenda política. Sin embargo, debe ser cauteloso; aunque actualmente cuenta con un sólido apoyo popular, cualquier descontento podría traducirse rápidamente en pérdidas electorales futuras.
La necesidad de mantener una conexión genuina con las bases es crucial para asegurar la continuidad del apoyo popular. La militancia activa y comprometida será vital para enfrentar los retos que se presenten durante el mandato de Sheinbaum.
En este contexto, México necesita un partido que combine los ideales de justicia social con la capacidad de adaptarse a las demandas de un electorado diverso y cada vez más exigente.
Esto incluye fortalecer las estructuras democráticas internas, garantizar la inclusión de voces críticas y consolidar un liderazgo ético que evite prácticas corruptas. Para las bases militantes, es crucial fomentar la formación política y la participación activa, no sólo como seguidores sino como protagonistas del cambio para la Prosperidad compartida.
La consolidación de Morena dependerá de su habilidad para equilibrar su crecimiento con la integridad de sus principios fundacionales, en un entorno donde la oposición busca reorganizarse como un contrapeso más efectivo.
Para convertirse en el partido que la sociedad mexicana demanda, Morena debería:
1. Fortalecer sus mecanismos de democracia interna
2. Ampliar su base de militancia más allá de los sectores tradicionales
3. Desarrollar cuadros políticos con una formación política y social sólida
4. Mantener una coherencia programática, y
5. Ser un espacio de participación real para los ciudadanos
Morena se encuentra en una encrucijada histórica. Su capacidad para adaptarse, renovarse y mantener su esencia transformadora será fundamental para su supervivencia política. El reto no es sólo mantener el poder, sino profundizar las transformaciones sociales iniciadas.
La transición de López Obrador a Sheinbaum será un momento determinante que definirá si Morena logra institucionalizarse como un movimiento político de largo aliento o quedará reducido a una expresión coyuntural del liderazgo carismático de su fundador.
El futuro de Morena dependerá de su capacidad para conjugar la lealtad a sus principios originales con la flexibilidad necesaria para responder a las demandas de una sociedad en constante transformación.