En una audiencia sobre el Control Internacional de Narcóticos, el Senado de EU calculó, demasiado moderadamente, que el mercado de drogas mueve en ese país al menos 150,000 millones de dólares, pero en el mundo equivale a más de 650,000 millones.
No hay acuerdo en quién mete la droga a los EUA. Los narcos mexicanos dicen que la ponen en la frontera, por ejemplo, su vocera Anabel Hernández insiste en su libro “El traidor” que el cartel del pacífico no mete droga a los EU, que solo la pone en la frontera para que los gringos la metan. Las autoridades gringas afirman que los narcos mexicanos la meten a su país, pero que los brokers se encargan de “romperla” y distribuirla. Si los narcos mexicanos la meten entonces violan las fronteras y la seguridad territorial gringa, lo cual pone en evidencia la debilidad institucional y la corrupción en los EU. En tal caso, los carteles mexicanos no deberían perder el control de la droga y del negocio, la ganancia sería toda suya y no estarían bajo control de la DEA. En cambio, si son los brokers quienes meten la droga, entonces el negocio no es de los narcos mexicanos sino de los gringos.
Las drogas y sus precursores se producen en unidades medianas y pequeñas. Para transportarlas a los mercados es conveniente concentrarlas en grandes cargamentos. Pero una vez dentro de los EU es mejor “romperla”, es decir, fraccionarla en pequeños paquetes, para su distribución ágil y eficiente, por ello las incautaciones en EU generalmente son pequeñas. Parece que las autoridades tienen buen cuidado de no incautar drogas antes de que las “rompan” los traficantes.
Las autoridades gringas dicen que los carteles mexicanos venden las drogas a los brokers, estos la “rompen”, la transportan y la distribuyen por el país. La venden a consignación a narcopandillas que la realizan en las calles. La DEA y el FBI afirman que los brokers son independientes de los narcos mexicanos, que no forman carteles y que carecen de poder, pero señalan que las pandillas trabajan directamente para los carteles mexicanos, vendiendo la droga (que ya no le pertenece a los narcos mexicanos) y reuniendo el dinero que envían a México mediante los brokers, que a su vez, usan “bajadores” y lavadores. Nos dicen que, en la meca del capitalismo, los brokers no crecen ni se asocian, que la droga que lo brokers compran a los narcos les sigue perteneciendo a los carteles, que los carteles controlan a las bandas a la distancia cuando son los brokers quienes les venden las drogas y recolectan el dinero, es decir, son sus patrones. Según esto, los brokers no se asocian para dominar el negocio ni controlan rutas o territorios (plazas) y las bandas no se asocian ni controlan a los brokers o los eliminan. La mayor parte de las ganancias del narco se generan y se quedan en EUA y aun así el gobierno gringo pretende que son los productores y transportistas de las drogas quienes controlan el negocio.
El broker recibe la droga, la “rompe” y la almacena en pequeñas bodegas, en casas de blancos clasemedieros respetables, en habitaciones o garajes, que renta por noche o por periodos breves. De ahí la recogen, con ayuda de pandilleros contratados, los transportistas, que son empleados de las empresas de carga legales, que llevan de estado a estado las drogas ocultas en los camiones al mismo tiempo que hacen viajes con cargas legales. También usan mujeres blancas de clase media, preferentemente guapas, que trasladan las drogas y el dinero en sus camionetas. Las drogas son metidas en los vehículos y recogidas de los camiones o autos por los pandilleros que luego las “cortan”, dosifican y venden en las calles, bares, escuelas, fiestas, centros de trabajo, etc.
Los brokers son los intermediarios y gestores del negocio de las drogas en los estados unidos. Dicen las autoridades que son independientes de los narcos mexicanos, que carecen de poder, que no tienen a su servicio sicarios, que no son violentos y que no forman bandas o carteles. Los brokers compran las drogas a los carteles mexicanos, fragmentan los grandes cargamentos (“rompen” la droga), contratan a quienes la transportan a pequeños almacenes, contratan a los transportistas que la llevan por todo el país y venden las drogas, a consignación, a las pandillas que a su vez las venden en las calles; recopilan el dinero para empaquetarlo y mediante “bajadores” llevarlo a la frontera sur para ser exportado a México. Los bajadores son transportistas legales, mujeres de clase media (preferentemente blancas, casadas, guapas y con hijos) y ancianos respetables de clase media, quienes llevan las maletas de dinero en sus autos. El resto de la ganancia es lavado en hoteles, restaurantes, bares, casinos, prostíbulos y otros negocios en los que es común o preferente el uso de efectivo, sobre todo en ciudades pequeñas y luego concentrado en cuentas bancarias. Así pues, el broker gestiona todo el negocio de las drogas, pero sin acumular mucho poder, ni hacer una fortuna desmesurada.
De acuerdo con las autoridades norteamericanas (DEA, Administración de Control de Drogas; FBI, Buró Federal de Investigación e ICE, Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) cada broker maneja decenas de cuentas bancarias (entre 40 y 50), en cada una de las cuales mueve miles de dólares cada día. De cada cuenta pueden sacar hasta 10 mil dólares sin ser vigilados o perseguidos por el departamento del tesoro. Así, pueden mover hasta 400 mil dólares cada día en el sistema bancario gringo, es decir, lavar dinero, sin despertar sospechas. Normalmente operan entre 8 y 10 años antes de ser detenidos (desechados por los dueños del negocio). Las instituciones referidas dicen que los brokers son miles. Por ejemplo, calculan que solo en El Paso, Texas, hay alrededor de 100. Se estima que cada broker gana entre dos y cinco millones de dólares al año. En las últimas décadas esas autoridades han detectado que cada vez más brokers se involucran en el tráfico de personas como socios de polleros y en el de explotación sexual. La mayoría de los brokers son blancos de entre 30 y 50 años con educación media o licenciatura inconclusa (algunos pocos son afroamericanos). Por ello, es poco creíble que sean expertos en finanzas, en lavado de dinero, en manejo de personal peligroso y que tengan los contactos específicos, suficientes y seguros en tantos ambientes y espacios geográficos. Pese a la versión de las autoridades gringas, los brokers no son emprendedores independientes, son gestores que trabajan a manera de concesionarios o franquiciatarios de una mega-empresa multinacional de capital gringo y controlada desde los más altos niveles del poder económico y político de los EUA.
Las pandillas y clubes de motociclistas son contratados por los brokers como narcomenudistas que reciben las drogas en paquetes a consignación y colaboran en el transporte, la carga y descarga, en el corte (agregar otras sustancias para que “el producto” rinda más) y la dosificación. Por su trabajo y las ventas las pandillas se ganan alrededor del 25% de cada mil dólares de ganancias. Las autoridades gringas insisten en que las narcopandillas trabajan para los carteles mexicanos, a pesar de que ellos vendieron la droga a los brokers y no pueden controlar el movimiento de las sustancias en los EU ni la actividad de las pandillas. Las pandillas son vigiladas, seguidas e infiltradas por las autoridades, pero, a pesar de que tienen un censo, no saben cuántas son, en parte porque se forman y desintegran constantemente. Sin embargo, el flujo y el comercio de drogas no sufre alteraciones en ninguna ciudad, porque todo el sistema de seguridad pública de los EUA no puede desarticular ni controlar a las pandillas que las venden. Le dicen a la opinión pública yanki que no logran vencer a los pandilleros por su vinculación con mafias malvadas y sofisticadas como los carteles mexicanos.
El transporte de las drogas se encarga a trabajadores de empresas de transporte legales, ya sea en acuerdo con los patrones o directamente con los choferes. Dicen las autoridades que, generalmente los choferes y empresarios no se involucran en la carga y descarga de los narcóticos, porque eso lo hace, en su ausencia, el personal contratado por el broker. De todos modos, los camioneros y los brokers sobornan a las policías, estatales y federales, para que no revisen los camiones cargados. Una vez en su destino, el camión o auto es descargado por miembros de las pandillas contratadas por el bróker, sin la intervención de los choferes. En cuanto al pago, siempre de acuerdo con la narrativa creada por las autoridades gringas, lo reciben en sobres o depósitos a sus cuentas sin tener contacto directo con las pandillas o los brokers. Cada tipo de pandilla, con base en el origen racial-cultural y socioeconómico de sus integrantes, atiende un nicho específico de mercado como barrios negros o latinos, escuelas privadas o públicas, oficinas, fábricas, bares, encueraderos, etc. Reúnen el dinero de las ventas y se lo entregan a los brokers.
La versión oficial no aclara por qué los pandilleros no le roban al bróker o lo sustituyen, es decir, no explican cómo se mantienen las jerarquías y la disciplina en ese complejo, ilegal y violento negocio. Como sea, el bróker o un socio especializado debe repartir las ganancias y pagar servicios. Mediante el sistema bancario, la bolsa, bienes raíces y transacciones ficticias con fábricas, hoteles, bares, restaurantes, etc. se lava la mayor parte de las ganancias, que se quedan en EU. El resto se empaqueta para enviarlo a la frontera sur mediante “bajadores” y exportarlo a México como pago a los narcos mexicanos.