Hace nueve años, la desaparición forzada de los 43 compañeros de Ayotzinapa dejó especular sobre una ya sabida red de complicidades entre el crimen organizado y el gobierno mexicano de entonces; la construcción de la verdad histórica tan solo se sumaba a una serie de evidencias de la participación del aparato gubernamental en el caso. Hoy el gobierno de la cuarta transformación tras investigaciones reales y contundentes, evidencian y explicitan la participación de los más altos mandos del estado mexicano, incluido el propio presidente de entonces Enrique Peña Nieto, en la construcción de la narrativa ficticia acerca de los hechos ocurridos la noche del 26 de septiembre y su complicidad con grupos delictivos. Los avances de las investigaciones han dado respuesta en los señalamientos de los principales responsables así como autores intelectuales, y es posible caracterizar el aparato de estado del peñanietismo tal cual como las investigaciones lo evidencian: un narco estado. Y bajo los señalados como los principales artífices, Omar García Harfuch, que si bien se deslinda de su participación en las principales reuniones para la construcción de la verdad histórica, evade el claro conocimiento de la colaboración del aparato policial con el crimen organizado, con aras a poder aspirar a competir por la gobernatura de la Ciudad de México, histórico bastión de la izquierda mexicana. Externamos y exigimos ni el perdón ni el olvido y el castigo a todos y cada uno de los culpables. ¡Ayotzinapa vive!