No estamos en los tiempos de la subcultura, del arte de las izquierdas que alimenten fustraciones, reivindicaciones, justicia o resistencia. “La cultura es libertad y necesita de esa libertad para manifestarse, y la libertad se conquista con el conocimiento y el esfuerzo personal para marcar el camino y la meta de cada uno” (Aldoux Huxley). 

La formación del pensamiento crítico permitire erradicar la descomposición, el sometimiento, la enagenación, la alienación que provoca la globalización, los sistemas capitalistas de destrucción (clave de la desintegración social), la indefensión, la indiferencia y el asistencialismo de la mano adminstrativa en turno, sin denostar, desde luego, los avances democráticos alcanzados, importando sobre manera, los que no están presentes hoy aquí, los que transitan afuera,  en la cotidianidad por la sobrevivencia sin la función de su estatus, de su condición, de su economía. Importan los que no están presentes y que esperan alcanzar, sin saber qué es, la vida digna.  

Un individuo percibe a través de su experiencia personal el acto social, pero éste, sólo percibe lo que es accesible a sus sentidos desde la presencia del objeto en cuestión y su capacidad sensorial. La percepción no se reduce a la actividad sensorial, se trata de una experiencia compleja. La percepción como tal es parte de un todo. De un todo bien estructurado para comprender lo complejo. Por lo que, el desarrollo procede a la memoria desde su recuerdo, de su sentir y su pensamiento. Y siendo así, la percepción implica lo social, lo cultural, lo político que conforma, a lo percibido, hábitos y esquemas, a modo, en el que el individuo adquiere saberes que forman el pensamiento crítico con carácter social para acceder a la dignidad en su vida y su entorno.  

Trascender la experiencia que ofrece la expresión artística y cultural en pro del saber desde el pensamiento crítico, pensar para el bienestar común, actuar sobre las necesidades sentidas como factores de transgreción de la condición humana, nos llevará a la  construcción de otro mundo posible, pleno de oportunidades, de libertad, de autonomía, de respeto a lo que nos rodea e involucra, es comprender el objeto social y político del Arte y la Cultura. Tan sólo, es dignificar para significar el Arte y la Cultura como medio fundamental para el cambio social al provocar el derecho a las oportunidades y al desarrollo en equidad. 

 Para ello, es esencial analizar la importancia del objeto social y político del Arte, del artista y del espectador en la conformación del pensamiento crítico como transformador: 

 – Del Arte y la Cultura como generadores del cambio social; del Arte y la Cultura como liberadores de la realidad opresora; del Arte y la Cultura por la reconstrucción del modo de existencia; del Arte y la Cultura para la resignificación de la especie y su estar en el planeta.  

– Del artista en el reconocimiento de su capacidad  transformadora; del artista, en escencia emancipado para la valoración del ser, del estar y el actuar social-político y con la naturaleza; del artista, prócer de la emancipación del espectador. 

– Del espectador, como activo en su voluntad innata para saber pensar en el proceso de tranformación de sí mismo y de la comunidad a través del estudio del entorno social, del espectador creativo, pleno de sensibilidad formadora por y para alcanzar la vida digna. 

Por lo acotado, la expresión artística y cultural debe trascender en aspectos que conforman la realidad para dirigirse, desde los causales de la historia, con sentido crítico, a la liberación de la creatividad ofreciendo, a través de valores fundamentales como la voluntad y el compromiso compartido, formas de desarrollo colectivo, formas de construcción de hacedores comunitarios, procesos y procedimientos que permitan la consecución de acciones acertivas para la no dependencia en la condición humana; la formación ideológica que conduzca al involucramiento generalizado en torno al Arte y la Cultura; la elaboración de un plan estratégico de acción artístico y cultural que de paso al expansión del pensamiento crítico a partir de las comunidades, desde las familias, en las calles, en las colonias, en los barrios, los pueblos, las regiones, las ciudades, de tal manera, que, desde el Arte, como herramienta social y política, se produzca el dialogo de saberes para el desarrollo. 

El Arte y la Cultura coadyuva a la organización, planeación y desarrollo de una comunidad unida, de un pueblo unido, donde la actividad y la solidaridad propicia un entorno basado en la confianza y la seguridad. Saludable y próspero para todas y todos al resolver y disminuir la vulnerabilidad para conquistar el bienestar a través del involucramiento cultural, social y político.  

“La emancipación intelectual es la verificación de la igualdad de las inteligencias. implica que las personas sean emancipadoras y conscientes del logro de su inteligencia. La igualdad no es un punto de llegada, sino de partida que exige verificación permanente. Conocerse como igual” (Jacques Rancière). 

Apoyo bibliográfico: Huxley, Aldous, Contrapunto, 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Edhasa, 2014. Aánchez Vázquez, Adolfo, Invitación a la Estética, 1ª ed. Debolsillo, México DF, 1992. Sánchez Vázquez, Adolfo, Las ideas estéticas de Marx, Ediciones Era, México DF, 1965. Echeverría, Bolivar, Definición de Cultura, ITACA, FCE, México DF, 2001.