PARTE UNO. BALANCE INTERNACIONAL.
Situación y Tendencia.Estamos ante mundo en cambio, donde el centro hegemónico pasa poco a poco de Occidente a Eurasia. Mediante el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) China se escuda y proyecta, política y económicamente, fortaleciendo su ofensiva comercial hacia el mundo. Tiene como aliados a los países más poblados, de enormes territorios y en crecimiento económico. Forman un bloque dispuesto a competir con el imperialismo estadounidense y sus aliados en Europa occidental, para cambiar los términos de las relaciones políticas y económicas en el mundo. Es la nueva confrontación de bloques del capitalismo contemporáneo.Independientemente de los BRICS, China ha logrado invadir con sus mercancías baratas a todos los mercados del mundo, y en los últimos veinte años, sus avances le han permitido tener una posición cada vez más competitiva en los mercados de alta tecnología para industrias, así como en los de productos finales, lo que tiene aterrorizados a los poderes económicos de Europa y EEUU. 
Por iniciativa de Rusia, se busca que se integren al grupo BRICS al menos seis países más: Arabia Saudita, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Etiopía y Argentina (aunque con el triunfo de Javier Milei este país no se integrará por el momento), al menos esa es la intención, aunque las negociaciones y los acontecimientos geopolíticos harán variar esta integración. Hay que considerar, por ejemplo, que cuatro de esos países, los del Medio Oriente, representan la mayor parte del territorio de dicha región (cubriendo sus extremos occidental, oriental y sur, con lo que Israel queda rodeado), así como las mayores reservas petroleras. Algo tienen en común todos esos países y los BRICS: la voluntad de liberarse del patrón dólar, para facilitar sus transacciones comerciales, sobre todo petroleras, diversificando su cartera de clientes y dejar de depender tanto de EEUU como de Europa Occidental.Desde América Latina, Bolivia ha solicitado su ingreso a los BRICS, como forma de protección de las presiones económicas y políticas de Estados Unidos, que ha buscado apoderarse de su gas natural, agua y litio, lo cual ha sido acompañado con la promoción de intentos ilegales de derrocar al gobierno. Por su parte, Venezuela presentó también solicitud de integración, prácticamente por las mismas razones que los bolivianos. De hecho, cuarenta países han planteado su interés de acercarse y eventualmente integrarse al bloque emergente, siendo la mitad los que más han insistido, a saber, Bangladesh, Indonesia, Cuba, Honduras, Bielorrusia, Kazajistán, Turquía (con la que se cerraría la pinza sobre Israel, penetraría a la OTAN y pondría la frontera del nuevo bloque en la puerta de Europa), Túnez, Tailandia, Vietnam, Nigeria, Pakistán, Senegal, Sudán, e incluso México, aunque nuestro gobierno sólo ha expresado su interés como observador, al mismo tiempo que le propone a los estadounidenses, ser su aliado “indispensable” en la competencia comercial contra China. La cantidad de países interesados o que oficialmente desean integrarse a los BRICS, pone en evidencia dos hechos: uno, el creciente rechazo desde el llamado Sur Global y las potencias emergentes a las políticas injerencistas y la dominación del imperialismo de EEUU y de Europa occidental, y dos, la notoria pérdida de poder y control desde Occidente hacia el resto del mundo. Por tanto, es entendible la urgencia que hay desde Washington y Bruselas, para obstaculizar los avances del nuevo bloque y especialmente derrotar en todo lo posible a China.En este contexto el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador propuso en su momento, ante Joe Biden y Justin Trudeau, que para enfrentar con éxito la competencia comercial con China debía darse una plena integración de la región de Norteamérica, al mismo tiempo que alcanzar un nuevo pacto con todos los países de América Latina. De hecho, el mandatario mexicano presentó su propuesta como una condición “sine qua non” para que los estadounidenses puedan vencer o al menos competir con China y su bloque. La condición expresa es que Washington trate a México en situación de igualdad, además de invertir y dar apoyos en Centro y Sudamérica, aunque en nuevas condiciones, es decir, dejando de explotar a dichos países, renunciando a intervenir políticamente en sus asuntos internos, abandonando su promoción del crimen organizado y el tráfico de armas, y claro, asumiendo una relación igualitaria entre naciones. Es decir, que Estados Unidos no sea ya lo que es y lo que ha sido históricamente. El sentido y el tono de la propuesta lleva consigo una advertencia: sin nosotros, no podrás. Sin embargo, el dilema fundamental de los Estados Unidos, es interno. La oligarquía estadounidense, la brutal y corrupta bestia capitalista que rige ese país, en realidad, está dividida.Una parte de esa oligarquía, la que todavía defiende con fuerza el credo neoliberal, que es mayoritaria en la industria militar, que controla el Pentágono y tiene al Partido Demócrata como su principal baluarte político, quiere enfrentar militarmente a China, derrotando primero a sus aliados, de ahí la Guerra en Ucrania, para lanzarse luego contra la potencia asiática, lo que explica las amenazas estadounidenses en el Pacífico y su injerencia en Taiwán. Esto es importante no sólo porque la guerra es para esta facción oligárquica la única opción estratégica (pues en el fondo piensan que el esfuerzo de la competencia económica no vale la pena si todo se puede arreglar con algunas bombas de por medio), sino porque la guerra en sí misma es un gran negocio, que, desde los conflictos en Irak, ha representado para el llamado complejo militar-industrial, miles de millones de dólares en ganancias, aunque claro, siempre a costa de los contribuyentes, pues quien paga todo ese complejo, es el gobierno estadounidense, a costa de una economía endeudada y un dólar que vale cada vez menos. Así pues, a través de la guerra es como se desea eliminar el peligro chino y su bloque, como antes ocurrió con la Unión Soviética, con lo que el capitalismo estadounidense y occidental, volverían a tener un poder incontestable, para mantener su hegemonía y el crecimiento de sus ganancias.La otra parte, los que han apoyado a Donald Trump, creen que es posible vencer en el mercado internacional a los chinos y para ello deben fortalecer su industria y la producción de manufacturas, para lograr competir. Es decir, ven urgente superar la radical dependencia que genera la mono producción que se impuso con el pretexto de la ventaja competitiva, para avanzar en la mayor autosuficiencia que fortalezca al mercado interno, haciendo crecer la economía y sobre esta base, exportar. Para ello, es necesario una política de sustitución de importaciones y un marcado proteccionismo, así como retirar subsidios a empresas e industrias que en otros momentos han preferido comprar partes y productos terminados en el extranjero.Es importante decir en esta parte, que la pugna de la oligarquía y las derechas estadunidenses no podría desarrollarse, sino a condición de una política que mantiene sometido al pueblo de los Estados Unidos. Se sostienen viejos modelos de división social, como el segregacionismo, alentando la división de la sociedad con asuntos raciales, contexto en el cual ha resultado muy adecuada la propaganda antiinmigrante y especialmente anti mexicana. Al mismo tiempo, se han tergiversado discursos de avanzada, como el feminista, que desde una visión aparentemente progresista (agenda Woke), sólo han exacerbado las divisiones de género. Las clases medias han visto reducir sus expectativas de desarrollo, con medidas de endeudamiento hipotecario, educativo y de salud, además de las cada vez más limitadas opciones de empleo profesional. La clase trabajadora ha visto cómo se han echado para atrás sus viejas conquistas laborales, en tanto su capacidad salarial también ha sido comprometida. La corrupción y la violencia policiaca, en casi todo el territorio estadounidense, mantiene en vilo a la población, en particular a los sectores populares y maginados. Y si algo faltara, todavía se permite el viejo flujo de drogas entre la población (inaugurado en los años sesenta del siglo XX), al grado de generar un enorme daño social y de salud, que enajena y mata, en especial a los más jóvenes. Estas condiciones y otras, hacen muy difícil que el pueblo estadounidense vea de manera crítica la política y la pugna de su oligarquía, cayendo fácilmente en el juego de las mismas, para asumir posturas conservadoras y de derecha, siendo un ejemplo reciente, el amplio voto que logró Donald Trump, especialmente entre sectores de trabajadores, mexicanos, afroamericanos y mujeres.Por el momento, la política militarista de Washington es lo que domina e influye en el mundo. Hasta ahora dos escenarios son determinantes: Ucrania y Palestina. La guerra en Europa Oriental, como sabemos, surgió del interés de EEUU y la OTAN por poner un cerco a la influencia energética, comercial y política de Rusia en el continente europeo, primero promoviendo un gobierno pro fascista en Kiev, desde 2014, y luego provocando una guerra abierta, a partir de 2022. En este sentido, la situación ha sido beneficiosa para los estadounidenses pues rompieron todos los vínculos del Kremlin con Europa, además de someter a las economías europeas a una fuerte dependencia comercial, financiera y energética con Estados Unidos, y de imprimir un enorme desgaste para las reservas de armas y equipos militares de Alemania, Gran Bretaña, Francia, España, Polonia, entre otros. Para Rusia, la guerra también ha sido desgastante, sin embargo, conserva su capacidad de producción armamentista y pese a las miles de bajas, su ejército se encuentra en orden y activo; de hecho, los rusos han alcanzado sus metas, principalmente aniquilar al ejército ucraniano, evidenciar la presencia de la OTAN en el conflicto y desgastarla, así como asentarse en las regiones rusófonas del territorio ucraniano.El otro escenario ha sido no sólo brutal sino trágico. La guerra genocida del estado de Israel contra el pueblo palestino, no sólo ha representado una masacre permanente, sino un mecanismo de desestabilización que ha favorecido ampliamente a Washington. Por supuesto, los medios de comunicación convencionales presentan a Israel como un estado que se defiende del terrorismo y como un aliado preferente de los Estados Unidos, y por ello, sus líderes políticos incluso celebran las acciones de Tel Aviv, pero considerando el papel jugado por Israel desde su surgimiento, en realidad los israelitas no han sido sino sicarios al servicio de los estadounidenses, siendo los distintos gobiernos, en especial el radicalmente sionista de Benjamin Netanyahu, una verdadera cuña “occidental” e imperialista en la región del Medio Oriente, al comportarse como una especie de base militar estadounidense. La política imperialista y colonialista, primero ejercida por Inglaterra y Francia y después por EEUU, hacia la región, ha sido promover la división y el conflicto, para hacerse del recurso petrolero y mantener bajo control dicha zona de influencia. La política de Washington puede variar según las circunstancias, pues, por un lado, se muestra como aliado cercano de Arabia Saudita y algunos otros países, particularmente para el acceso al petróleo, y al mismo tiempo, agrede y hostiliza a otros, como Irak o Siria en su momento y hoy en día a Irán. Con países más laicos como Egipto y Turquía es aliado más o menos respetuoso. Las distintas zonas y áreas en torno a Israel, son permanentemente agredidas a través de dicha “base militar”, para mantener el control del Mediterráneo y del Canal de Suez. El plan, al menos desde la administración de Barak Obama, ha sido derrotar a Siria, Irak e Irán, para así tener el control especialmente del paso petrolero de Oriente a Europa, así como de los mercados locales, siendo el conflicto religioso, un buen motivo para mantener la confrontación entre musulmanes e israelíes. La conflictividad de la región también ha servido para poner una contención a la expansión china y de los BRICS. El Medio Oriente está próximo a la India e Irán, siendo éste un socio reconocido de China y Rusia, por lo que cualquier incorporación de alguno de los países de la región al bloque emergente se convierte en una alarma estratégica para el imperialismo estadounidense y los europeos.Por supuesto, Europa ha sido arrastrada a la política militarista y de guerra de Washington. Por un lado, al cortar las relaciones comerciales con Rusia, se ha sacrificado a los europeos a un aumento en los energéticos y a la pérdida de sus reservas de armas y equipos militares, quedando toda la región a expensas de los que Estados Unidos quieran venderles, al precio y en las condiciones que favorezcan a los estadounidenses. Por otro lado, ante las crisis sociales y políticas que puedan sobrevenir con estas nuevas condiciones de dependencia, las sociedades europeas observan un mayor control por parte de sus gobiernos y con ello una mayor pérdida de sus derechos en general. En algunos países, incluso, la alternativa ha sido la promoción del fascismo (con sus fuertes dosis de clasismo y racismo), lo cual se complica con una ausencia de fuerzas de izquierda significativas, que pudieran representar un contrapeso a la derechización del continente. En América Latina la tendencia es contraria, en la mayoría de los países se avanza, usando la democracia como ariete, impulsando políticas de reorientación del neoliberalismo, de tipo redistributivo, con diferentes matices, pero tendientes a abandonar el modelo neoliberal, por una promoción del modelo de Estado benefactor, aunque dirigido por fuerzas de índole popular y democrático. Sin embargo, aunque la tendencia general es hacia el progresismo, la región es escenario de una lucha permanente entre fuerzas que impulsan el cambio y las que buscan sostener las políticas neoliberales (oligarquías nacionales y el injerencismo de Washington), incluso radicalizarlas, por lo que es complejo hablar de una hegemonía política e ideológica del progresismo.En síntesis, podemos decir que, al estar en un contexto de lucha por el centro hegemónico del capitalismo contemporáneo, las agresiones y sanciones económicas del imperialismo estadounidense y sus aliados europeos, se dirigen a aislar a China y debilitar el bloque que ha venido conformando, para luego pasar al ataque directo. Sin embargo, la oligarquía de los EEUU se divide en la ruta para lograr tal cometido, sea de un modo militarista y ultra neoliberal, promoviendo conflictos en Europa, Medio Oriente y el Pacífico, o a través de la tendencia nacionalista manufacturera y xenófoba, que busca una vía diplomática y comercial, que, de todos modos, será una política agresiva. La pugna entre bloques ha empujado tanto a estadounidenses como a Europa, a un fuerte conservadurismo al interior de sus sociedades, mientras que, en otras regiones, especialmente América Latina, se muestra con una tendencia hacia el progresismo anti neoliberal, aunque hay una abierta lucha con fuerzas retardatarias, lo que hace muy complejo y nada definitivo el escenario de la región. En dicho contexto, México resulta un gran ejemplo de progresismo, pues no sólo se ha hecho posible la instauración de reformas que consolidan derechos del pueblo y la soberanía del país, instalando condiciones de desarrollo y bienestar, sino que las fuerzas conservadoras han resultado ampliamente derrotadas, al grado que el modelo mexicano puede resultar un gran ejemplo para otros pueblos, pero también, un gran peligro para las derechas internacionales y el imperialismo estadounidense.Las izquierdas mexicanas tenemos el gran reto de sostener e influir más profundamente en el proceso de la 4T, para hacerlo un modelo que permita al pueblo mexicano y a los del mundo, enfrentar en el presente histórico, al imperialismo estadounidense y la pugna de potencias, siempre defendiendo las banderas de la libertad, la fraternidad y la igualdad.PARTE DOS. BALANCE NACIONAL.Carácter histórico y el significado del primer gobierno de la 4TEl gobierno de la Cuarta Transformación, encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se hizo posible luego de un largo trayecto de lucha social y política, mismo que se desplegó a partir del año 2005, cuando el entonces Jefe de Gobierno del DF, fue desaforado por el gobierno de Vicente Fox, para invalidar sus posibilidades electorales en 2006. Para ese momento, ya se habían cumplido varias etapas para el movimiento democrático y social. En particular, las cosas habían iniciado con la coyuntura de 1988, en que los ex priistas de la Corriente Democrática y las izquierdas (todavía autodefinidas socialistas), gestaron una amplia alianza en el Frente Democrático Nacional (FDN) con la que trataron de disputar el poder al priismo hegemónico, cosa infructuosa ante el fraude de ese año. Pese a ello, la lucha democrática había comenzado, a partir de lo cual, tuvo varios episodios importantes, especialmente la conformación del PRD y la dura acumulación de experiencia en la lucha electoral, que fue sumando algunos logros locales, hasta las victorias más sonadas de los años noventa, con la gubernatura de Zacatecas en 1996 y la Jefatura de Gobierno del DF en 1997, con la amplia bancada legislativa de ese mismo año. Junto al avance en la lucha electoral, en los años noventa y hacia los inicios del siglo XXI, el movimiento social se mantuvo en plena acción, sobresaliendo sectores como el magisterial, el estudiantil, el campesino, el urbano popular y parte del llamado sindicalismo democrático, todos enfrentando o resistiendo las distintas políticas neoliberales. Ciertamente muchos no encontraban en la lucha electoral una opción, de modo que al surgir el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), algunos pretendieron encontrar una ruta alternativa. Así se avanzó en la lucha democrática y popular entre los años noventa y hasta el 2001, año decisivo para la nueva etapa.Para comienzos del siglo XXI, el PRD se encontraba estancado, gracias a la tercera derrota del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000; lo mismo pasaba con el EZLN y sus simpatizantes, pues luego de su Marcha de la Dignidad, en 2001, los zapatistas decidieron replegarse hacia Chiapas, dejando a sus seguidores sin directrices claras. En general, el movimiento democrático y popular se quedaba sin liderazgos, orientaciones y un programa sólido. Tuvieron que pasar cuatro años de transición, para que el movimiento encontrara en el Jefe de Gobierno del DF, a su nuevo líder, y con él, una nueva propuesta programática, el llamado Proyecto Alternativo de Nación, publicado a modo de libro en 2004. En los días de la lucha contra el desafuero, fue naciendo el obradorismo, que recogió los impulsos democráticos y progresistas del perredismo, el zapatismo y la lucha social de los años anteriores. El nuevo movimiento fue cobrando fuerza y legitimidad al paso de las distintas etapas de lucha, la primera campaña electoral y el fraude de 2006, el Gobierno Legítimo de 2006 a 2012, la segunda campaña electoral de 2012, la formación de MORENA a partir de 2014 y sus primeras contiendas electorales en 2015 y 2017, hasta la victoria de 2018.El obradorismo supo tejer todos los esfuerzos e impulsos de la lucha democrática y popular en una nueva etapa, dando continuidad al perredismo cardenista de los noventa, e incluso integrando a buena parte de los simpatizantes zapatistas y del resto de los movimientos sociales y de las diversas izquierdas. Supo igualmente resolver la construcción de una ruta al poder, a pesar de los vaivenes y circunstancias que hubo en el camino, y, sobre todo, le dio al movimiento una unidad alrededor de un programa, uno fundamentalmente de carácter anti neoliberal, progresista, popular y democrático.El análisis del programa resulta fundamental para entender el carácter de la Cuarta Transformación, inaugurada a partir de la toma de posesión de López Obrador, el 1º de diciembre de 2018. Desde la divulgación del Proyecto Alternativo de Nación, entre 2004 y 2006, se ha insistido en dos grandes aspectos: uno, el rescate social y económico de los más pobres, en tanto los más golpeados por el modelo neoliberal, y dos, la recuperación del Estado, de la influencia de la oligarquía e intereses extranjeros. Estos grandes ejes se confirmaron con los “50 Lineamientos para la Transformación de México”, plataforma aprobada por MORENA en su II Congreso Ordinario de 2016, que fue el plan de gobierno que luego hemos conocido como 4T. Tanto el Proyecto Alternativo de Nación como los “50 Lineamientos” nos refieren a un programa de carácter social y democrático, lo cual no es limitación si consideramos que precisamente las demandas democráticas, al menos las electorales y plebiscitarias, eran un pendiente, luego de las décadas del régimen autoritario priista y el fallido periodo de la “transición democrática”; mientras que las políticas sociales se hacían urgentes, ante las duras consecuencias de las medidas neoliberales de las últimas décadas. Si bien en lo general se habla de un proceso de izquierda, el obradorismo se especifica en los linderos del progresismo, que no compromete el orden constitucional vigente hasta hoy, y mucho menos el modelo capitalista, dominante en México desde los años cuarenta del siglo XX, aunque sí limita tanto al salvajismo neoliberal como al régimen de corrupción, que provocaron severas consecuencias económicas, sociales y políticas.Pese a las consideraciones sobre el carácter general de la 4T, se hace necesario evaluar sus logros en su primer sexenio. En lo económico, tenemos un crecimiento sostenido entre los 2 y los 3 puntos porcentuales, un Producto Interno Bruto (PIB) con una tasa por arriba del 1.5 por ciento, un aumento del empleo de casi 2 millones de puestos; una tasa inflacionaria promediada en 5 puntos, reservas internacionales históricas, inversión extranjera que ha representado hasta 24 por ciento del PIB, además de la amplia inversión en infraestructura, comunicaciones, transportes y el sector energético, y todo ello, casi sin endeudamiento (aunque en este punto, reconocemos que hay un debate serio por resolver). Estos aspectos han colocado al país entre las primeras 12 economías del mundo y entre las cinco primeras con altas perspectivas de desarrollo. En general, la 4T ha significado rehacer el mercado interno, de modo que se facilite la redistribución de la riqueza, la reinversión productiva, la generación de empleo y el crecimiento económico. Sin embargo, el gran problema a resolver, será el financiamiento del modelo, que más allá de los ahorros por la austeridad republicana, obliga al control de la deuda, aumentar los fondos fiscales (seguramente por vía de una reforma fiscal donde paguen los que más tienen) y alcanzar un crecimiento importante de la economía y su comercio externo.En lo social, se dio una inversión de 2.7 billones de pesos, distribuidos en los variados y conocidos programas, favoreciendo al 80 por ciento de las 35 millones de familias mexicanas. Sin duda alguna, hay que sumar el aumento que entre 2019 y 2024 ha tenido el salario mínimo, en un 110.7 por ciento, beneficiando a 9 millones de trabajadores. Estos dos aspectos, programas y salarios, han sido determinantes para que, en los últimos cuatro años, 3,800 de personas hayan podido salir de la pobreza diariamente, sumando al final más de 5 millones de mexicanos que han abandonado los umbrales de la pobreza.En el tema de la Seguridad Pública hay faltantes, debido a la dificultad de resolver un problema tan acendrado, sin embargo, pese a todo, hubo resultados, pues en el sexenio anterior se registraron tasas de disminución en todos los rubros. En homicidio doloso 20% de reducción, en feminicidios 38%, en robo de vehículos 46%, en secuestro 80%, en robo de combustible 94%, entre otros. La estrategia de seguridad para estos resultados es conocida, empezando por crear la Guardia Nacional, con apoyo de las Fuerzas Armadas (FFAA) y datándola de infraestructura, equipo y condiciones adecuadas para su labor. Al mismo tiempo, mantener a las FFAA en las tareas de seguridad, dándoles los medios legales para ello y sin que violente sus funciones constitucionales. Como parte de la estrategia, está toda la política social, tratando de alejar a la sociedad y en especial a los jóvenes, de las formas de persuasión del crimen organizado, que precisamente toma la pobreza como su mejor motivo de atracción. Si bien los resultados en seguridad no son los deseables y la criminalidad es todavía parte de nuestra vida nacional, esto tiene que ver también con la amplia corrupción en varios niveles de gobierno, estatales y municipales, pero especialmente en el Poder Judicial, que no permite un verdadero castigo y aseguramiento de la delincuencia, por ello, la reforma de dicho poder, ha resultado tan urgente, pues no sólo se trata de eliminar la corrupción en la impartición de justicia, sino que ello sirva al fortalecimiento de los derechos ciudadanos y al combate real de la criminalidad.Es necesario hablar sobre un tema que resulta del papel de las Fuerzas Armadas, que sin duda ha sido protagónico, y que ello ha dado pretexto para que ciertos críticos conservadores hablen de “militarización”, lo cual es desproporcionado, ya que conceptualmente la afirmación no se ajusta a la realidad. Cuando hablamos de militarización estamos ante una presencia de los militares en la dirección del Estado, tal como sucedió en México durante la dictadura de Victoriano Huerta, o en países como España, Guatemala, Brasil, Chile o Argentina, luego de violentos golpes militares; en el caso mexicano esto no existe, pues los civiles, electos democráticamente, como los que integran los poderes Ejecutivo y Legislativo, siguen la frente del Estado, y más allá de ciertas funciones asumidas por las Fuerzas Armadas, el resto están desarrolladas por civiles, como las hacendarias, educativas, sanitarias, culturales, judiciales, entre muchas otras. Además, las actuales actividades de las FFAA, en especial las que tienen que ver con Seguridad, están plenamente avaladas por el marco constitucional y ninguna de esas actividades y acciones, ha tenido que ver con la represión y violación de los derechos humanos de los ciudadanos. Por tanto, hablar de militarización es totalmente desproporcionado y fuera de lugar. Bajo estas consideraciones, podemos decir que la 4T ha establecido una nueva relación con las Fuerzas Armadas, no basadas en la complicidad y la corrupción, sino en la legalidad y las prioridades de recuperación y seguridad nacionales. Por ello, aunque podemos entender este nuevo tipo de relación, es verdad que no podemos dejar de ser vigilantes, de modo que lo militar quiera rebasar a lo civil, y para ello debemos insistir en que las Fuerzas Armadas nunca superen sus límites constitucionales y que la organización popular cada vez más amplia, sea siempre la mejor medicina contra las tentaciones represivas, golpistas y autoritarias.En lo político, sin duda está toda la obra de comunicación e información pública, que ha implicado las conferencias Mañaneras y toda la labor comunicativa del gobierno, que ha acercado a la administración federal con la ciudadanía, con total atención y transparencia. Eso ha permitido informar sobre las políticas públicas, pero también para convocar a la participación ciudadana en actividades como las consultas y referendos, además de los procesos electorales. El involucramiento de la sociedad también ha sido acompañado con el contacto directo, pues el Presidente y su gobierno, no dejaron de estar presentes en el espacio público, encontrándose con la ciudadanía en las plazas públicas, en las calles y caminos de nuestro país. La Cuarta Transformación nació como una respuesta a la crisis del neoliberalismo, poniendo límites a sus excesos y a los de la corrupción, estableciendo un reordenamiento político del Estado, para devolverle un papel tanto político como social y económico. Con ello, impulsa una mediana redistribución de la riqueza, hace realidad la meta democrática, al menos en el terreno de lo electoral, y fortalece una tendencia progresista, para la instauración de un nuevo régimen político y un nuevo pacto social. Ciertamente, hay faltantes, especialmente porque casi todos sus logros deben consolidarse, particularmente en lo que tiene que ver con garantizar la participación popular, haciendo valer la tan enunciada democracia participativa, es decir, dar paso a la acción organizada y consciente de las colectividades, en favor de sus derechos.Estado de Bienestar y financiamientoLos proyectos de liberación o anticapitalistas e incluso solo anti neoliberales suelen poner el acento político, en la necesidad de democracia, y en lo económico, en la redistribución del ingreso, para mejorar tanto la situación económica como social del pueblo, sin embargo, dicha redistribución puede ser lenta y parcial, e incluso verse limitada a los recursos del Estado. La política más común para lograr un nuevo reparto de la riqueza, es rescatando parte del presupuesto del gobierno, de los ingresos de las empresas estatales o de la explotación de recursos naturales, afortunadamente, en México, además se impulsó una recuperación gradual de los salarios, de modo que el nuevo poder adquisitivo de los trabajadores, fuera de la mano de los apoyos sociales del gobierno. Sin embargo, aún con ello, existe el riesgo de un límite de los ingresos dedicados a la redistribución, siempre y cuando, no se entre al tema fundamental de los impuestos.No hay modo más sano para aumentar los ingresos del Estado, que el cobro suficiente de impuestos, más aún en un modelo de Estado de bienestar, que busca el justo reparto de la riqueza, pero si algo ha caracterizado al neoliberalismo, es precisamente la cancelación de impuestos para los grandes capitales, es decir, los ricos, y en especial los muy ricos, no pagan impuestos. Por ello, cuando se intenta una reforma fiscal justa, redistributiva y solidaria, las resistencias crecen exponencialmente, particularmente por el sector empresarial y en general por toda la oligarquía. Para estos sectores encumbrados, el cobro de impuestos es casi como tocar sus ganancias (la plusvalía y su reparto) y su cuestionable propiedad privada sobre los medios de producción. En consecuencia, el financiamiento del Estado de Bienestar de la 4T, que implica beneficios para los más necesitados, no podrá eludir por mucho tiempo el dilema de la reforma fiscal. En otras palabras, luego de un primer periodo de mejoras parciales y moderadas será necesario, para completar y hacer crecer el programa del Estado de Bienestar, reforzar la política de austeridad republicana que implica importantes ahorros del presupuesto público, mantener el incremento de los salarios, hasta recuperar la capacidad adquisitiva de los trabajadores, perdida en los últimas tres décadas, y muy especialmente, pasar a una profunda reforma fiscal, que cobre impuestos principalmente a las grandes fortunas y grandes capitales, así como aumentar la redistribución de la riqueza acumulada, a un nivel de franca socialización de la misma, en tanto dicha riqueza, fue gestada por el pueblo, y es a él, a quien debe regresar.La necesidad de hacerlo se hará evidente y quizá hasta incontestable en un plazo corto, pero hay que reconocer que el movimiento de la 4T cuenta con una amplia mayoría electoral, controla los niveles más altos del Poder Ejecutivo, controla el Poder Legislativo, ha crecido en su influencia ideológica y política en la sociedad, está en el proceso de regular y limpiar al Poder Judicial, sin embargo, la 4T aún es una tendencia de poca influencia en el ámbito de la producción cultural, de los medios de comunicación convencionales, en muchos espacios de gobierno, administración pública y de seguridad pública a nivel estatal y municipal, en el Ejército, en el empresariado, entre las élites burocráticas que gobiernan las universidades públicas, y aún en mucha de las comunidades de la ciencia y la academia. Esta correlación de fuerzas favorable en algunos ámbitos, pero desfavorable en otros, impone límites a las acciones, al desarrollo de políticas públicas y a la toma de decisiones legislativas, y claro, establece retos importantes.No obstante, la necesidad de seguir con el programa de redistribución del ingreso y en general de justicia social seguirá siendo creciente y se convertirá en apremiante. A esto habrá que considerar que una vez resueltas las necesidades primarias y los rezagos más evidentes, aunque sea de manera parcial, las necesidades secundarias adquirirán gran relevancia. Una vez resueltos aspectos como el trabajo, el ingreso, la vivienda y la salud, por poner algunos ejemplos, otros aspectos como el acceso al Internet, el consumo suntuario o el acceso a ciertas formas de mayor contenido cultural, se convertirán en las nuevas prioridades. Si la 4T, a futuro, no es capaz de satisfacer las nuevas necesidades, aunque no sean objetivamente indispensables y aunque se argumente que primero son las necesidades primarias de todos y que primero se debe atender a los más pobres, paulatinamente se perderá el apoyo y la simpatía de las personas, que, gracias a las nuevas políticas, superaron la situación de extrema pobreza y marginación. Las personas que logran salir de la pobreza o extrema pobreza no quieren recordar que fueron muy pobres, desean seguir prosperando y quizá no se sientan muy motivados a ser solidarias y aceptar posponer alguna eventual mejora para que la justicia llegue a otros conciudadanos.Este panorama obliga a pensar en cómo financiar un Estado de Bienestar en continuo crecimiento, al menos durante un periodo. Un bienestar que rescate a todos y proporcione mejoras a todos los ya rescatados de manera progresiva. Un bienestar promovido por el Estado pero que no dependa exclusivamente de él (empresas públicas, políticas públicas, legislaciones), que no dependa de la burguesía criolla (sus ganancias y sus impuestos) ni de la inversión extranjera.Puestas así las cosas se hace evidente la necesidad de generar riqueza, sin depender para ello de la burguesía, es decir, crear nuevas empresas para generar riqueza susceptible de ser redistribuida, a la vez que se convierte a un sector creciente de la población en propietarios de medios de producción. Para financiar el bienestar que necesitamos y anhelamos debe generarse riqueza, pero este aspecto ha sido el más descuidado en otras experiencias y por ello fueron vulnerables a ataques monetarios, salidas de capitales, bloqueos económicos, etc., todas éstas, armas del capital y las oligarquías, que es posible se usen en el futuro en contra del proyecto mexicano. Es necesario superar la perversa interdependencia creada por el neoliberalismo con la coartada de aprovechar la ventaja competitiva, que convirtió a todos los países casi en monoproductores y en dependientes enfermizos del exterior para satisfacer sus necesidades de consumo básico y suntuario, y en adictos al capital extranjero. La creación de riqueza debe hacerse localidad por localidad, a nivel municipal, buscando que cada municipio o región o estado sea lo más autosuficiente posible. Es necesario y posible crear empresas de producción de alimentos (vegetales y animales), para sustitución de importaciones, de investigación científica (farmacéutica, productos biológicos, biotecnológica, etc.) y de recuperación ambiental (minería de la basura, recuperación de bosques y selvas), de saneamientos de ríos, de cuidado de jardines y arbolado urbano, etc.), de recuperación y saneamiento del espacio urbano, de reconstrucción de la vida comunitaria (orientación y apoyo contra adicciones, violencia intrafamiliar, ayuda psicológica, etc.), en una clara asociación entre trabajadores y el Estado. La prioridad deberá ser romper con la dependencia patológica y la super-especialización productiva, y calidad de los servicios y productos ofertados y la generación de empleos de calidad en cada municipio, que ayuden a sanear el ambiente social, a arraigar a la población y a generar autosuficiencia y soberanía local. Estas empresas municipales o regionales deberán sustituir progresivamente (mediante la competencia) a las grandes empresas industrializadoras de la producción de alimentos, que son altamente contaminantes y factores de concentración del ingreso.Para potenciar este tipo de desarrollo, es necesario crear un sistema nacional de investigación y producción de petroquímicos, productos biológicos, biotecnologías y síntesis química, con centros de investigación, desarrollo y producción en cada entidad federativa, para la solución de problemas regionales, sustitución de importaciones y creación de nuevos productos y materiales. Será necesario también socializar o crear aseguradoras y reaseguradoras, integrando como copropietarios al gobierno, a ciudadanos y a los socios de cooperativas y de las nuevas empresas locales. Además de la soberanía alimentaria, energética y petroquímica, así como la autosuficiencia en el almacenamiento de información, en los servicios de Internet y en crear redes sociales alternativas e independientes de las empresas trasnacionales dedicadas a ello, porque en este momento si las empresas que prestan el servicio de telecomunicación, digamos, bajaran el switch, nos dejarían aislados del mundo e incomunicados a lo interior, al ser, absolutamente dependientes en capacidad de almacenamiento de datos y en interacción remota (redes sociales).Caracterización de MORENA: perfil y valor histórico.El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) nació como una necesidad de la lucha democrática y popular, luego de un segundo fraude - que regresó al PRI al poder - y de que el PRD claudicara ante los partidos conservadores y el gobierno de Enrique Peña Nieto, en especial para firmar el Pacto por México y avalar así las reformas neoliberales de ese sexenio. A partir de 2014, el nuevo partido inició la construcción gradual de una amplia mayoría, que logró tener una presencia electoral cada vez más creciente, hasta que, en 2018, como sabemos, se alcanzó el objetivo del poder. En el camino, el partido afianzó su unidad programática con los “50 Lineamientos para la Transformación de México”, teniendo así una plataforma muy sólida de frente al electorado.Desde un comienzo el partido representó dos cosas: una, un movimiento dinámico, cuyos protagonistas eran los militantes y simpatizantes que asumían la construcción de comités de base y círculos de estudio, a partir de lo cual, desplegaban todas las tareas informativas, organizativas, políticas, educativas y electorales que eran necesarias; esta es la etapa que podemos identificar con el llamado partido-movimiento. La segunda, se conformó como un frente social amplio, que fue sumando no sólo a las distintas expresiones, fuerzas y liderazgos del obradorismo y las izquierdas, sino que abrió un espacio considerable a ciertos representantes de las derechas, de modo que el bando conservador se dividiera y se conjurara un nuevo consenso de la oligarquía para un cuarto fraude desde 1988. Estas características le dieron a MORENA la fuerza necesaria para alcanzar el poder, además de la integración de un nuevo gobierno.Sin embargo, en cuanto López Obrador dejó la dirigencia del partido para asumir la Presidencia de la República, sobrevino una etapa compleja para el partido, en especial con las dirigencias de Yeidckol Polevnsky, Alfonso Ramírez Cuellar y Mario Delgado. Dicha etapa, que se abrió a partir de 2019, hizo del partido una estructura muy distinta a sus primeros años, en la que dejó de atestiguar una vida orgánica, sin actividades organizativas y formativas, sin la circulación del periódico, con el abandono de la estructura de base y la inutilización o hasta desaparición de los órganos dirigentes, salvo el comité ejecutivo nacional, imponiendo un marcado centralismo y burocratismo.  En el tema de las candidaturas, por ejemplo, para el proceso intermedio de 2021, se hizo gala de verticalismo y completa ilegalidad para asignar buena parte de las postulaciones, hecho que se repitió para el proceso de 2024. El argumento de las famosas encuestas fue irrelevante, ante las numerosas irregularidades para la designación de las mencionadas candidaturas. Sumado a esto, ya en el periodo de la dirigencia de Mario Delgado, los órganos dirigentes del partido fueron tomados en buena parte por las estructuras dependientes o ligadas a los gobernadores morenistas, de modo que los militantes fueron excluidos como la parte vital y decisoria del partido. Además, la vocación de MORENA se enfocó exclusivamente en la lucha electoral, abandonando o renunciando a cualquier otra forma de acción política que promoviera la organización popular.Al momento, MORENA es básicamente un frente social multiclasista, que funciona básicamente como un aparato electoral, eso le ha permitido alcanzar una mayoría sin precedentes, ratificando así la nueva hegemonía política nacional, lo que ciertamente ha representado una gran ventaja histórica para el pueblo. Sin embargo, al mismo tiempo, dicho partido está dominado por una estructura vertical, centralista, burocrática y facciosa, que excluye por completo a la base militante y una vida interna democrática, además de tener como única prioridad la lucha proselitista, reduciendo toda la lucha política a la captura de votos y cargos. Bajo estas condiciones recientes, MORENA está lejos de representar el instrumento y la fuerza que pueda cumplir con la serie de transformaciones, más allá de las reformas legislativas, es decir, no estamos ante una organización que sea capaz de promover o buscar a fondo la instrumentación de la democracia participativa y mucho menos de la revolución de las conciencias.Al día de hoy, se cuenta con una nueva dirigencia, encabezada por Luisa María Alcalde, por lo que esperamos que sus próximas acciones nos indiquen un cambio fundamental, totalmente distinto a lo que hicieron las dirigencias anteriores, por el bien del movimiento y el sostenimiento de sus conquistas.Las izquierdas mexicanas ante la 4T.Lo fundamental en este punto es definir el papel de las izquierdas mexicanas en el contexto actual y especialmente ante la continuidad de la Cuarta Transformación. El primer reto de esta definición, es que las izquierdas deben dilucidar su carácter esencial, establecer lo que son, luego de la caída del Muro de Berlín y de los años neoliberales, procesos que le arrancaron a dichas izquierdas buena parte de sus axiomas y sentido histórico, obligándolas a la dispersión y a caminar, por ejemplo, a la saga del progresismo.Ahora, toda necesidad de auto definición, comienza por la recuperación de la memoria. Las izquierdas mexicanas hemos sido, antes que nada, una constante histórica de lucha y pensamiento crítico, ya sea de frente al autoritarismo o luego ante el neoliberalismo, fenómenos ambos que sustentaron la opresión capitalista en contra del pueblo trabajador mexicano. Con nuestra lucha permanente, las izquierdas hemos otorgado a las masas populares opciones de organización reivindicativa, partidaria y hasta armada; ofrecimos discurso elaborado para contar con identidad política y de clase; lo mismo ejemplos variados de liderazgo social, político e ideológico; y por supuesto, distintas formas de pensamiento revolucionario y lucha cultural, todo ello revestido de gran persistencia y valor en el combate político.No se trata de alardes ni presunciones, es una historia confirmada, desde las primeras resistencias de ferrocarrileros y electricistas al corporativismo sindical priista en los años cuarenta, hasta las luchas estudiantiles y magisteriales contra la privatización de la educación en los años ochenta y noventa del siglo XX, pasando, por supuesto, por otras luchas, como la del campesinado contra el neolatifundio y la defensa del reparto agrario a través de varias décadas; las huelgas y movilizaciones del magisterio independiente entre 1958 y el 2013; las distintas etapas de acción estudiantil por las libertades democráticas y la educación pública entre 1954 y el 2000; el sindicalismo independiente entre los años sesenta y noventa, la lucha electoral que abrieron agrupaciones y alianzas como el Frente Electoral del Pueblo, el PCM, el PRT, el PST y el PMT, y que continuaron el PSUM, el PMS y el PRD; el desarrollo del movimiento urbano popular desde los años sesenta y hasta los comienzos de la 4T, gestado en varios estados del país; el despliegue de diversas corrientes militantes como el Espartaquismo de los años sesenta, y la generación de leninistas y maoístas en la década de los setenta, varios de los cuales confluyeron en la Coordinadora Proletaria o COPROL, y sin duda, a pesar de la tragedia que implicó, la lucha armada de Rubén Jaramillo en Morelos, Genero Vázquez y Lucio Cabañas en Guerrero, y la desplegada por una parte de la generación del 68, desde el Movimiento Armado Revolucionario hasta la Liga Comunista 23 de Septiembre. Sin duda, destacar también a pensadores como José Revueltas, teórico fundamental del régimen político y el partido proletario, junto a las distintas revistas de teoría revolucionaria.  La historia política de los siglos XX y XXI en México, no puede entenderse sin la presencia y actuación de las izquierdas, desplegadas en numerosas formas y expresiones, contribuyendo en buena medida al debilitamiento gradual tanto del régimen autoritario priista como del neoliberalismo. Sin nosotros, el cambio hubiera sido imposible, históricamente hablando. Y, sin embargo, en el actual contexto de la 4T, estamos en minoría ante expresiones y facciones liberales (en el mejor de los casos, progresistas) y prianistas. Esto tiene tres orígenes muy concretos. Uno, la dilución de la identidad socialista de las izquierdas, luego del impacto por la caída del bloque de Europa del Este, la derrota de las revoluciones latinoamericanas (El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Colombia y Perú) y la crisis del marxismo, ante el advenimiento del pensamiento neoliberal y la posmodernidad. Dos, el desgaste que representó para las izquierdas tanto la represión sistemática del autoritarismo priista, como los propios errores, en especial el dogmatismo y el sectarismo, que, en muchos momentos, aislaban a buena parte de las expresiones de izquierda del resto del movimiento popular. Y tres, la relación subordinada que las izquierdas asumieron de frente a los ex priistas de la Corriente Democrática a partir de 1987, primero en el contexto del Frente Democrático Nacional y luego en el PRD, con lo que las izquierdas aprendieron de la lucha electoral, pero en un estilo sumamente pragmático, que terminó por erosionar buena parte de nuestro sentido social, ético y hasta revolucionario.
Sin embargo, la situación ha cambiado. El nuevo contexto de la 4T ha favorecido la crítica al discurso neoliberal y conservador, poniendo en el centro la dimensión social y de las colectividades, la reivindicación de las necesidades, las luchas y la cultura del pueblo, así como las prioridades de la democracia y la nación, todo ello por encima del individualismo y el interés desmedido o salvaje del capital. Por vía del progresismo, mucho del discurso de las izquierdas se ha hecho presente, y eso nos ha permitido salir de nuestro aislamiento y de nuestra subordinación al liberalismo y al progresismo mismo, para empezar a recuperar nuestro discurso, nuestro estilo e identidad. La 4T ha sido un contexto oportuno, pues reconociendo los avances del progresismo, hemos comenzado a gestar una política propia, desde la recuperación de nuestra trayectoria, discurso y formas propias.Hacia el segundo sexenio de la Cuarta Transformación las izquierdas tenemos que rehacer nuestra identidad y nuestra política, recuperando nuestra historia, asimilando las fallas y recreando nuestras definiciones teóricas e ideológicas, comenzando por nuestros planteamientos programáticos. Esta tarea ira de la mano de nuestro trabajo social y político, fomentando la organización popular en todas las facetas que sean necesarias, haciendo realidad en todas sus condiciones, la democracia participativa y la llamada revolución de las conciencias.A partir de esto, la Cuarta Transformación debe ser para las izquierdas un periodo histórico de transición hacia nuevas formas de organización popular y generación y redistribución de la riqueza, en que favorezcamos modelos de mayor acción colectiva y socialización de la vida material y mayor consciencia.Estado Mexicano y nuevo régimen político.La Cuarta Transformación, al significar un reordenamiento político del Estado, en que se ha sustituido a la clase política prianista, por la nueva clase política proveniente del movimiento del cambio, hace posible que las instituciones y las reglas del orden público, tengan que ajustarse o modificarse, estableciéndose así, un nuevo régimen político. El sistema político que rige constitucionalmente al país, no cambia fundamentalmente, pues éste sigue siendo de carácter presidencial, con lo que el Poder Ejecutivo, mantiene la jefatura tanto del Estado como del gobierno. Lo que ha venido cambiando y seguirá cambiando es el proceder del gobierno, la relación entre los Poderes del Estado y la de éstos con la ciudadanía.Es claro que el gobierno mexicano - tanto del Presidente Andrés Manuel López Obrador en su momento, como hoy de la Presidenta Claudia Sheinbaum - se coloca en una línea de conducta en contra de la corrupción, y junto con ello, en favor del principio de la austeridad republicana, de tal manera que los recursos, no sólo no sirvan al enriquecimiento personal, sino que se vuelquen en su totalidad al presupuesto público y este impacte directamente en la vida económica y social. Esta nueva conducta pública se impone como una de las principales características de la 4T, y tiene el potencial de marcar una nueva forma de actuación política y servicio público. Erradicar la corrupción no será sencillo, habrá quienes ni siquiera lo intenten, pero este proceder ha llegado para quedarse y será la nueva piedra de toque de la administración pública.Derivado de esto, la pauta de volcar los recursos públicos a través de programas sociales, de manera directa, es otra forma de gobierno que ha impuesto un estilo y ha abierto una amplia expectativa en la sociedad, de modo que implementar otra cosa o regresar a los viejos estilos, no es una política viable.Estos dos aspectos ya son parte de la nueva vida pública, la anti corrupción y los apoyos directos, lo cual ya modifica parte de la relación del gobierno con la ciudadanía. Si a esto sumamos la implementación de consultas y plebiscitos, el formato de las Conferencias Mañaneras y la visita constante en territorio, esto completa un cuadro de relación directa entre el gobierno y la ciudadanía, haciendo que ésta tenga amplias expectativas en la actuación de los gobernantes y los funcionarios. El fomento a la amplia participación ciudadana, especialmente en el aspecto electoral, ha permitido que el movimiento de la 4T haya logrado una dilatada mayoría, pero al mismo tiempo ha mostrado a los ciudadanos los alcances de su derecho de elección, lo cual pasa a ser un aspecto determinante en la vida pública, tanto así que se ha ampliado para la conformación de los tres Poderes del Estado, primero del Ejecutivo y el Legislativo, y ahora, con la reforma respectiva, del Judicial. Los nuevos alcances del voto popular, sin duda es el aspecto más evidente de la nueva ruta a la democratización del país. El reconocimiento y ampliación del voto ciudadano impone entonces un nuevo carácter al sistema y al régimen político, pues ahora, en su conjunto, no deberán su conformación a reglas de complicidad, propias de una clase política facciosa, sino a reglas abiertas y legales de participación popular. Esto además abre una puerta a otras formas de participación ciudadana, que complementen y hasta superen al voto popular, al grado de que incluso hablemos de la conformación de un Cuarto Poder, en que las colectividades y demás formas sociales de representación puedan hacerse valer de modo constitucional, más allá de lo que se espera de los Tres Poderes tradicionales.La ampliación de la participación popular y ciudadana es una perspectiva fundamental, pues de ahí se desplegarán todas las formas de acción social, económica, cultural y política, fomentando la supremacía de las formas colectivas. Esa es la ruta que a las izquierdas corresponderá desarrollar, haciendo que el pueblo y la ciudadanía asuman sus propias luchas y la construcción de su propia conciencia, esa será la base de las luchas por venir, entre quienes busquemos el desarrollo de la democracia participativa y la revolución de las conciencias, y aquellos que intenten mediatizar y hasta detener la evolución de lo colectivo, para proteger sus nuevos intereses creados y facciosos.La Unidad de las Izquierdas y el frente nacional.Si bien es cierto que MORENA y el movimiento por la transformación muestran un carácter amplio y hasta cierto punto sin una ideología clara, en aras de la diversidad, lo real es que, en la definición de las propuestas a cargos de elección popular, al menos ya en los periodos de 2021 y 2024, se optó por perfiles más bien conservadores. En la integración del grupo parlamentario actual, las propuestas impulsadas por Ebrard, Monreal y Adán Augusto López Hernández, conforman una mayoría de legisladores proclives a concertar acuerdos y marcar una agenda propia que, en muchos casos, no corren en el mismo sentido u orientación marcada por la Presidencia; la distribución de las comisiones legislativas es apenas el primer aviso. En general, se percibe un avance en la derechización del partido y su representación en las Cámaras y los cargos de elección popular, lo que pone en riesgo el carácter mismo del movimiento.Frente a esta heterogeneidad ideológica y a esas claras inclinaciones conservadoras, la Unidad de las Izquierdas aparece como un referente absolutamente necesario. La disputa por la orientación del movimiento es un hecho ineludible que se debe asumir con la mayor responsabilidad para no fracturarlo, y en ese contexto, la UI busca de modo fundamental, la creación de un polo de izquierda a nivel nacional, lo que, según nuestra consideración, cobra la mayor relevancia.Es importante observar que el proceso de selección interna de MORENA para la elección 2024, siguiendo el método de las encuestas, provocó un fuerte descontento de la base histórica morenista por la falta de transparencia y una evidente exclusión de propuestas más orgánicas, tal como sucedió en 2021. El resultado de esas designaciones, es que, al interior del movimiento por la transformación, tomó ya una ruta de copiosa integración de las corrientes priistas y panistas desgranadas del centro de mando en las que orbitaban, sin ninguna restricción o condicionamiento. Este hecho, de especial trascendencia, y ante la ausencia de una estructura partidaria que norme su participación y defina una línea política, nos coloca ante un peligroso escenario de refundación priista o prianista bajo nuevas circunstancias. Por tanto, la nueva dirigencia de MORENA, debe dejar atrás el rechazo a crear una verdadera estructura militante con posibilidades de incidir en la definición de la línea política partidaria, así como a la resistencia a fortalecer la democracia interna del partido, como el único instrumento que puede poner en cuestión los acuerdos facciosos, es especial con las expresiones conservadoras ya admitidas en el movimiento.Creemos que la Unidad de las Izquierdas debe impulsar la construcción, junto con otras fuerzas, del polo de unidad del morenismo histórico y del propio movimiento por la transformación,. Nuestra línea política en este sentido, debe orientarse en tres sentidos: Primero, apostar con toda energía a un desarrollo propio fortaleciendo nuestro trabajo social, esto permitirá contar con propuestas electorales competitivas. Ahí donde nuestro crecimiento lo permita, se podrá impulsar el registro de partidos locales, y donde no, se podrá avanzar en alianzas con otras fuerzas que garanticen nuestra representación electoral.Segundo, apuntar a mantener una estrecha relación con MORENA, de modo que en algunos lugares podamos influir e incluso determinar la orientación del instituto político. En unidad con el morenismo histórico y el conjunto del movimiento de transformación, fortalecer la influencia de la base militante y promover la participación popular. Se trata de impulsar una labor política que, sin descuidar la lucha electoral, no se reduzca a ello, sino que desarrolle un constante trabajo de base y organización ciudadana, a través de los Comités de Defensa de la 4T; que impulse la formación política, con un perfil ideológico claro; que retome la atención a la demanda ciudadana y gremial, e incida en la toma de decisiones de los gobiernos electos, entre otros aspectos de una ruta que podemos considerar más de hacia la izquierda. Todo esto fortalecerá al partido y al movimiento en su conjunto. Es importante aclarar en esta parte, que la Unidad de las Izquierdas, siempre se mantendrá como una expresión autónoma, pero reconociendo a MORENA como el aliado más cercano del periodo actual, con el cual habrá de trabajar para fortalecer el desarrollo democrático del país, por lo que nuestra política no busca rupturas ni promover sectarismos, todo lo contrario, buscamos la unidad en la diversidad.Tercero, promoveremos la creación de un polo unitario, que podrá confluir eventualmente en la conformación del Frente Nacional de las Izquierdas, de modo que avancemos, junto con muchas otras fuerzas, expresiones y liderazgos a nivel nacional, al sostenimiento de la 4T, tomándola como punto de partida, para profundizar y ampliar sus reformas y políticas en favor del pueblo, apuntalando su carácter de izquierda, haciendo de ese pueblo, el sujeto de cambio del proceso de transformación, haciendo realidad la democracia participativa y la revolución de las conciencias.Por último, queremos reiterar, que, para la UI, lo más importante es impulsar la transformación hacia causes que favorezcan al pueblo trabajador, y eso exige contar con una posición anclada en las definiciones revolucionarias y de izquierda. Por tanto, hacemos explícito que buscamos, esencialmente, la construcción de sociedades solidarias, humanistas, igualitarias, justas, democráticas y libres, por lo que en consecuencia, nos oponemos al colonialismo, al fascismo, a todo supremacismo racial y formas discriminatorias, así como a todo pensamiento y política basada en el capitalismo, pues consideramos a éste, un sistema probadamente obsoleto para la humanidad, pues sólo genera el empobrecimiento y opresión de los pueblos, además de garantizar la invalidación de derechos y la extinción de la vida humana y del planeta en su conjunto.La UI busca que la transformación prosiga y se profundice en nuestro país, que las izquierdas todas se unan organizadamente en este proceso y que, entre todas, revitalicemos las banderas y causas legítimas del pueblo trabajador y la humanidad, porque ese es el propósito histórico que hemos abrazado y construido desde hace mucho y no tenemos el derecho a claudicar.